Texto y Fotos. Carlos Lázaro
(Nota actualizada - Marzo 2017 - Hace unos meses cerró este negocio sin embargo conservamos su memoria)
El gran
asunto para comer en la Ciudad de México es a veces retar su geografía. Más
allá de las zonas tradicionales de consumo y reunión de la ciudad, esas que
aparecen ilustradas en una gran cantidad de publicaciones que dan fama y
distinción a la CDMX, están una multiplicidad de barrios aun por descubrir y
describir en glotonas crónicas gastronómicas que enuncien la gran riqueza que
resguarda la urbe. Como unas cemitas poblanas, que siempre causan mi gusto y
placen mi memoria.
Cada
barrio tiene su influencia y composición, se podría decir que Tacubaya no es
solo Tacubaya y que su influencia incluye a las colonias en derredor, lo mismo
puede decirse de otras zonas como San Ángel y como Mixcoac, que en este
artículo sería el punto de referencia y que está rodeado gastronómicamente por
otras colonias como Alfonso XIII, Nonoalco, San Miguel Insurgentes -que es un
tanto diferente- y Merced Gómez.
Mixcoac
se describe como un antiguo pueblo casi orillero al sur poniente del gran lago
que cubría la Cuenca de México. Tres ríos marcaron su historia, el Becerra, el
Mixcoac y el río Tarango. Antiguos molinos de trigo y obrajes para telas se
establecieron en las laderas y al borde de sus barrancos, uno de ellos era
conocido como el Molino de Rosas, no muy lejos de la antigua Hacienda del
Olivar del Conde, -ambos ya no existen- pero han dejado su impronta dando
nombre a esas colonias que se despliegan colina arriba.
Molino de
Rosas es paso obligado para una gran cantidad de personas que todos transitan
desde las alturas de Álvaro Obregón para dirigirse al centro de la ciudad. Sus
calles llevan el nombre de diferentes tipos de rosas; algunos ejemplos, Rosa
Venus, Rosa Roja, Rosa Amarilla, y una de sus principales calles es Rosa
Blanca. Pero sin duda sus principales arterias son Rosa de Castilla, que sube y
Avenida del Rosal, que baja.
Es
precisamente en Avenida del Rosal, casi en la esquina con Rosa Verde en donde
se encuentra "Cemitas Lula", donde se prepara este tradicional
antojito, y que como he mencionado, place mi memoria, por momentos diversos en
la geografía poblana en donde las he probado, y no hay que olvidar que las
cemitas ocupan un lugar muy importante en el universo de las tortas mexicanas.
Entre las
cemitas hay una amplia gama de ingredientes, sin embargo, la que casi siempre
escojo cuando tengo oportunidad, es la cemita de milanesa, homenaje al arte
barroco de este país, la cemita se caracteriza por este carácter abultado en el
que el queso Oaxaca cuelga por sus bordes, se asoman las hojas de papalo rebañado
de gotas de aceite de oliva, todo sobre una cama de aguacate donde luce la
milanesa recién frita y escurrida, al centro de esta composición gastronómica,
como si fuese su corazón, lucen y dan sabor increible los chipotles, uno de los
picantes preferidos de todo comelón mexicano.
Debo
apuntar también que los lugares en la Ciudad de México en donde he encontrado
cemitas poblanas guardan una constante versus el producto poblano, ya que en
ninguno de los locales, que son varios, no he encontrado una cemita en la que
el queso Oaxaca desborde con alegre generosidad, quizá se deba a algún asunto
de economía o de mercado. En realidad yo en parte lo agradezco, no me gusta
desperdiciar alimento, y en ese sentido creo que a veces las cemitas poblanas
me parecen un tanto grandes. El sabor no cambia ni desmerece, es solo un asunto
de cantidad.
Nos leemos en la próxima entrega mis estimados comelones.
Cemitas
Lula, se encuentra en Avenida del Rosal, esquina Rosa Verde en la colonia
Molino de Rosas. Delegación Álvaro Obregón.
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